domingo, 23 de agosto de 2009

BREVE RESUMEN DE LOS PRINCIPALES ERRORES DE LA ECLESIOLOGÍA CONCILIAR


SS. EE. RR. Mons. Marcel Lefebvre
Mons. Antonio de Castro Mayer

I. Concepción "latitudinarista" y ecuménica de la Iglesia.

La concepción de la Iglesia como "pueblo de Dios", en adelante ya se encuentra en numerosos documentos oficiales: las actas del Concilio "Unitatis Redintegratio" y "Lumen Gentium", -el nuevo Derecho Canónico- (C. 2o4 1)- la carta del Papa Juan Pablo II "Catechesi tradendae" y la alocución en la Iglesia anglicana de Canterbury- el Directorio ecuménico "ad totam Ecclesiam" del Secretariado para la Unidad de los Cristianos.

Ella respira un sentido latitudinarista y un falso ecumenismo.

Los hechos manifiestan con evidencia esta concepción heterodoxa: las autorizaciones para la construcción de salones destinados al pluralismo religioso -la edición de biblias ecuménicas que no son conformes con la exégesis católica- las ceremonias ecuménicas como las de Canterbury.

En "Unitatis Redintegratio" se enseña que la división de los cristianos "es para el mundo un objeto de escándalo y es un obstáculo para la predicación del Evangelio a toda creatura... que el Espíritu Santo no rehúsa servirse de otras religiones como medios de salvación". Este mismo error es repetido en el documento "Catechesi tradendae" de Juan Pablo II. En el mismo espíritu, y con afirmaciones contrarias a la fe tradicional, Juan Pablo II declaró en la Catedral de Canterbury, el 25 de Mayo de 1982 "que la promesa de Cristo nos inspira la confianza de que el Espíritu Santo curará las divisiones introducidas en la Iglesia desde los primeros tiempos después de Pentecostés" como si la unidad de Credo no hubiera existido jamás en la Iglesia.

El concepto de "Pueblo de Dios" lleva a creer que el protestantismo no es sino una forma particular de la misma religión cristiana.

Este ecumenismo es igualmente contrario a las enseñanzas de Pío XI en la Encíclica "Mortalium animos" : "Sobre este punto es oportuno exponer y rechazar cierta opinión falsa que está en la raíz de este problema y de este movimiento complejo por medio del cual los no católicos se esfuerzan por realizar una unión de las Iglesias cristianas. Quienes adhieren a esta opinión citan constantemente las palabras de Cristo "Que ellos sean uno... y que no exista sino un sólo rebaño y un sólo pastor" (Jn 17, 21 y 10, 16) y pretenden que por estas palabras Cristo expresa un deseo o una plegaria que jamás ha sido realizada. Pretenden de hecho que la unidad de fe y de gobierno, que es una de las notas de la verdadera Iglesia de Cristo, prácticamente hasta hoy no ha existido jamás y hoy no existe".

Este ecumenismo condenado por la Moral y el Derecho católicos, llega hasta permitir recibir los sacramentos de la Penitencia, Eucaristía y Extrema Unción de "ministros no católicos" (Canon 844 N. C ) y favorece "la hospitalidad ecuménica autorizando a los ministros católicos para dar el sacramento de la Eucaristía a no católicos.

Todas estas cosas son abiertamente contrarias a la Revelación divina que prescribe la "separación" y rechaza la unión "entre la luz y las tinieblas, entre el fiel y el infiel, entre el templo de Dios y el de las sectas" (II Corint. 6,14-18).

II. Gobierno colegial-democrático de la Iglesia

Después de haber quebrantado la unidad de la fe, los modernistas de hoy se esfuerzan por quebrantar la unidad de gobierno y la estructura jerárquica de la Iglesia.

La doctrina, ya sugerida por el documento Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, será retornada explícitamente por el nuevo Derecho Canónico (Can.336); doctrina según la cual el colegio de los Obispos unido al Papa goza igualmente del poder supremo en la Iglesia; y esto, de manera habitual y constante.

Esta doctrina del doble poder supremo es contraria a la enseñanza y a la práctica del Magisterio de la Iglesia, especialmente en el Concilio Vaticano I (DS 3055) y en la Encíclica de León XIII "Satis cognitum". Sólo el Papa tiene el poder supremo que él comunica, en la medida en que lo juzga oportuno y en circunstancias extraordinarias.

Con este grave error se relaciona la orientación democrática de la Iglesia, residiendo los poderes en el "Pueblo de Dios" tal como lo define el nuevo Derecho Canónico. Este error jansenista es condenado por la Bula "Auctorem Fidei" de Pio VI (DS 2592 ).

Esta tendencia, de hacer participar a la "base" en el ejercicio del poder, se reencuentra en la institución del Sínodo y de las Conferencias episcopales, de los Consejos presbiteriales, pastorales y en la multiplicación de las Comisiones romanas y de las Comisiones nacionales, así como en el seno de las Congregaciones religiosas (ver al: respecto Concilio Vaticano I, DS 3061- Nuevo Derecho Canónico, can.447).

La degradación de la autoridad en la Iglesia es la fuente de la anarquía y del desorden que hoy reinan en Ella por todas partes.

III. Los falsos derechos naturales del hombre

La declaración "Dignitatis humanae" del Concilio Vaticano II afirma la existencia de un falso derecho natural del hombre en materia religiosa, en contradicción con las enseñanzas pontificias, que niegan formalmente semejante blasfemia.

Así Pio IX en su Encíclica "Quanta Cura" y el Syllabus, León, XIII en sus Encíclicas "Libertas praestantissimum" e "Immortale Dei" y Pio XII en su alocución "Ci Riesce" a los juristas católicos italianos, niegan que la razón y la Revelación funden un derecho semejante.

El Vaticano II cree y profesa, de manera universal, que "la Verdad no puede imponerse sino por la propia fuerza de la Verdad", lo que se opone formalmente a las enseñanzas de Pío VI contra los jansenistas del Concilio de Pistoya (DS 2604).

El Concilio aquí llega hasta el absurdo de afirmar el derecho de no adherir y de no seguir la Verdad, y de obligar a los gobiernos civiles a no hacer más discriminación por motivos religiosos estableciendo la igualdad jurídica entre las falsas y la verdadera religión.

Estas doctrinas se basan en una falsa concepción de la dignidad humana, proveniente de los pseudofilósofos de la Revolución francesa, agnósticos y materialistas, que ya han sido condenados por San Pio X en la instrucción pontifical "Notre Chtarge Apostolique".

El Vaticano II dice que de la Libertad religiosa saldrá una era de estabilidad para la Iglesia. Gregorio XVI al contrario afirma que es un supremo atrevimiento afirmar que la libertad inmoderada de opinión sería benéfica para la Iglesia.

El Concilio expresa en "Gaudium et Spes" un principio falso cuando estima que la dignidad humana y cristiana vienen del hecho de la Encarnación, que ha restaurado esta dignidad para todos los hombres. Este mismo error es afirmado en la Encíclica "Redemptor hominis" de Juan Pablo II.

Las consecuencias del reconocimiento, por parte del Concilio, de este falso derecho del Hombre, arruinan los fundamentos del Reino social de Nuestro Señor, quebrantan la autoridad y el poder de la Iglesia en su Misión de hacer reinar a Nuestro Señor, en los espíritus y en los corazones, conduciendo el combate entre las fuerzas satánicas que subyugan las almas. El espíritu misionero será acusado de proselitismo exagerado.

La neutralidad de los Estados en materia religiosa es injuriosa para Nuestro Señor y su Iglesia, cuando se trata de Estados con mayoría católica.

IV. Poder absoluto del Papa

Sin duda el poder del Papa en la Iglesia es un poder supremo, pero no puede ser absoluto y sin límites, en cuanto que está subordinado al poder divino, que se expresa en la Tradición, la Escritura Santa y las definiciones ya promulgadas por el Magisterio eclesiástico (DS 3116).

El poder del Papa está subordinado y limitado por el fin para el cual le ha sido dado. Este fin está claramente definido por el Papa Pio IX en la Constitución "Pastor aeternus" del Concilio Vaticano I (DS 3070). Sería un abuso de poder intolerable modificar la constitución de la Iglesia y pretender apelar aquí al derecho humano contra el derecho divino, como en la libertad religiosa, como en la hospitalidad eucarística autorizada en el nuevo Derecho, como la afirmación de los dos poderes supremos en la Iglesia.

Es claro que en estos casos y en otros semejantes, es un deber para todo clérigo y todo fiel católico resistir y negar la obediencia. La obediencia ciega es un contrasentido y nadie está exento de responsabilidad por haber obedecido a los hombres más que a Dios (DS 3115): y esta resistencia dele ser pública si el mal es público y objeto de escándalo para las almas (Sto. Tomás 11,11,33,4)

Estos son principios elementales de moral, que regulan las relaciones de los sujetos con todas las autoridades legítimas.

Esta resistencia, por lo demás, encuentra una confirmación en el hecho de que en adelante están unidos quienes firmemente se atienen a la Tradición y a la Fe católicas, mientras que aquellos que profesan doctrinas heterodoxas o que realizan verdaderos sacrilegios no son molestados en absoluto. Esta es la lógica del abuso de poder.

V. Concepción protestante de la Misa

La nueva concepción de la Iglesia tal como la define el Papa Juan Pablo II, en la Constitución que precede el nuevo Derecho, evoca un cambio profundo en el acto principal de la Iglesia que es el Sacrificio de la Misa. La definición de la nueva Eclesiología da exactamente la definición de la nueva Misa; es decir, un servicio y una comunión colegial y ecuménica. No se puede definir mejor la nueva Misa, que, como la nueva Iglesia conciliar, está en ruptura profunda con la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

Es una concepción más protestante que católica la que explica todo lo que ha sido exaltado de manera indebida y todo lo que ha sido disminuido.

En contra de las enseñanzas del Concilio de Trento en la sesión XXII, en contra de la Encíclica "Mediator Dei" de Pío XII, se ha exagerado la importancia de la participación de los fieles en la Misa y disminuido la del sacerdote, llegando a ser simple presidente. Se exageró la importancia de la Liturgia de la Palabra y se disminuyó la del sacrificio propiciatorio. Se exaltó el ágape comunitario y se le laicizó, en detrimento del respeto y de la fe en la presencia real por la transubstanciación.

Suprimiendo la lengua sagrada, se pluralizaron al infinito los ritos profanándolos con aportes mundanos o paganos y se difundieron falsas traducciones en detrimento de la verdadera fe y de la verdadera piedad de los fieles.

Y sin embargo los Concilios de Florencia y de Trento habían pronunciado anatemas contra todos estos cambios y afirmaron que nuestra Misa, en su Canon, remontaba a los tiempos apostólicos.

Los Papas San Pío V y Clemente VIII han insistido sobre la necesidad de evitar los cambios y las mutaciones, guardando de manera perpetua el rito Romano consagrado por la Tradición.

La desacralización de la Misa, su laicización conllevan la laicización del Sacerdocio, a la manera protestante.

La Reforma litúrgica al estilo protestante es uno de los mayores errores de la Iglesia conciliar y uno de los más destructores de la fe y de la gracia.

VI. La libre difusión de errores y de herejías

La situación de la Iglesia, puesta en estado de búsqueda, introduce, en la práctica, el libre examen protestante, resultado de la pluralidad de credos en el interior de la Iglesia.

La supresión del Santo Oficio, del Index y del juramento antimodernista, han fomentado en los teólogos modernos una necesidad de teorías nuevas que desorientan a los fieles y los incitan hacia el carismatismo, el pentecostalismo y las comunidades de base. Es una verdadera revolución dirigida, en definitiva, contra la autoridad de Dios y de la Iglesia.

Los graves errores modernos, siempre condenados por los Papas, se desarrollan en lo sucesivo con libertad en el interior de la Iglesia:

• 1 - Las Filosofías modernas antiescolásticas, existencialistas, anti-intelectualistas, son enseñadas en las Universidades católicas y en los Seminarios mayores.

• 2 - El humanismo es favorecido por esta necesidad de hacer eco al mundo moderno, por parte de las autoridades eclesiásticas, haciendo del hombre el fin de todas las cosas.

• 3 - El Naturalismo, la exaltación del hombre y de los valores humanos hace olvidar los valores sobrenaturales de la Redención y de la gracia.

• 4 - El Modernismo evolucionista causa el rechazo de la Tradición, de la Revelación, del Magisterio de veinte siglos. No hay más Verdad fija, ni dogma.

• 5 - El Socialismo y el Comunismo - El rechazo de condenar estos errores por parte del Concilio ha sido escandaloso y hace creer legítimamente que el Vaticano sería favorable a un socialismo o un comunismo más o menos cristiano. La actitud de la Santa Sede, durante estos últimos 15 años, confirma este juicio, tanto más allá como más acá de la cortina de hierro.

• 6 - En fin, los acuerdos con la masonería, con el Consejo ecuménico de las Iglesias y con Moscú, reducen a la Iglesia al estado de prisionera y la hacen totalmente incapaz de realizar libremente su Misión. Estas son verdaderas traiciones que claman venganza al cielo, igualmente los elogios otorgados en estos días al heresiarca más escandaloso y el más nocivo para la Iglesia.

Ya es tiempo que la Iglesia recobre la libertad de realizar el Reino de Nuestro Señor Jesucristo y el Reino de María sin preocuparse de sus enemigos.