martes, 15 de diciembre de 2009

"DEMOCRACIA" EN ALEMANIA: A LA CÁRCEL POR NO QUERER QUE EL ESTADO SE APODERE DE SUS HIJOS


Lo que está ocurriendo en Alemania, y que antes o después ocurrirá en España (y en los demás países poco a poco), es una señal inequívoca de que bajo el barniz de la democracia se nos está colando un totalitarismo de corte pagano y anticristiano que se parece mucho a los totalitarismos de ese cariz del siglo XX. A unos padres que no quieren que a sus hijos les enseñen la moral sexual que dictamina el Estado, les han multado y metido en la cárcel por ello. Y mucho me temo que acabarán por retirarles la custodia de los menores si no acaban cediendo o largándose a otro país.

Ahora bien, lo noticiable no es que haya ocho padres y madres que acepten pagar e ir a la cárcel con tal de defender su derecho a que sus hijos sean educados según sus valores (conforme a una sana y recta sexualidad, dentro de la ley moral). Lo verdaderamente grave es que son miles y miles las familias que sí ceden ante “papá-estado”, ese señor que dice cómo tienen que pensar tus hijos, qué tienen que creer y cómo y cuándo tienen que dedicarse a tener relaciones sexuales.

Parece mentira que un país que sufrió el nazismo y el comunismo vuelva a tropezar en la misma piedra. Yo desde luego optaría por emigrar antes que quedarme en una nación así. Y parece mentira que los obispos católicos alemanes miren para otro lado. Porque, a día de hoy, no se sabe que ninguno de ellos haya salido en apoyo de esas familias. Tampoco la iglesia evangélica oficial (luterana). Quizás teman a que el Estado decida suprimir el impuesto religioso y se queden sin financiación. Pero prefiero mil veces una Iglesia pobre y fiel a su misión, que una Iglesia rica e imbuida del espíritu de Judas Iscariote. No se puede vender la primogenitura espiritual por un plato de lentejas. No se puede vender la condición de luz del mundo y sal de la tierra por las treinta monedas de plata entregadas en mano por el mismísimo César. Y esa es una tentación en la que se ha caído demasiadas veces.

Lo que ocurre en Alemania lo podemos tener muy pronto en España (y en otras muchas naciones más), si es que no lo tenemos ya. La EpC, y el acoso contra los padres objetores, es un adelanto. Pero ya nos anuncian que piensan introducir el derecho al aborto en todos los niveles de enseñanza. Por supuesto, de la FERE y cía no cabe esperar una oposición radical. A cambio de las treinta monedas del concierto serán capaces de decir que ya se las arreglarán para adaptar lo que sea menester a su ideario. Un ideario que, parece ya obvio, consiste en “mientras yo ponga la mano, que me cuelen todo lo que haga falta". Pero mucho me temo que tampoco podemos esperar actos de heroísmo por parte de los obispos que tienen a su cargo colegios diocesanos. Que no sé cuántos serán en España, pero “haberlos hailos".

Y es que cada vez tengo más claro que la única forma en que la Iglesia de este país será verdaderamente libre de toda atadura al Estado, y por tanto al gobierno de turno, es que renuncie a cualquier tipo de financiación estatal, directa o indirecta. Por supuesto, eso significará que sus recursos deberán ser reasignados, de manera que se pueda seguir garantizando el sueldo de nuestros curas, que son dignos de su salario. Si eso implica que no se puede realizar la misma labor social que hasta ahora, pues lo siento mucho. Que sea el Estado quien cubra esa parcela, que para eso le pagamos nuestros impuestos. Pero antes está la dignidad de la Iglesia que el dinero. Por ejemplo, la financiación estatal de la JMJ de Madrid 2012 no vale una milésima de disminución en el grado de denuncia de la barbarie de la ingeniería social zapateril. Y no hay concierto económico que merezca la pena si a cambio nuestros colegios católicos tienen que tragar sapos y culebras. Este es un tiempo para valientes, no para cobardes ni para tibios. ¿Habrá valientes entre los pastores y los fieles para plantar cara al mal que hoy nos viene disfrazado de urnas? En breve lo sabremos.

Luis Fernando Pérez
Paréntesis de Catolicidad.

Tomado de CATOLICIDAD.