jueves, 23 de agosto de 2012

EJEMPLOS SOBRE LA BLASFEMIA (II)


En América había un ateo que daba mucho que hablar por su furor sectario: Wiygney. Un día entre unos amigos se excitó hasta decirles: Para que veáis claramente que no existe Dios yo desafío aquí a ese omnipotente que decís: a que me haga morir de repente. Pero no temáis, no sucederá nada precisamente porque no existe. 
Apenas dijo esto cayó muerto. Este suceso verídico, causó enorme impresión en Estados Unidos.

 P. Benjamín Martín Sánchez, en 
"La Malicia de la Blasfemia"

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