viernes, 14 de noviembre de 2014

CUIDADO CON LOS FALSOS VIDENTES (II PARTE )

(por Monseñor Marcel Lefebvre)

Sermón del Arzobispo Marcel Lefebvre con ocasión de la bendición del Priorato San Pío X en Shawinigan, 08 de noviembre 1977.

En nuestro tiempo hay un gran peligro, mis queridos hermanos, que nos amenaza a todos los tradicionalistas un poco, nosotros que nos llamamos a nosotros mismos tradicionalistas, quienes acertadamente deseamos mantener la tradición. Existe el peligro que nos amenaza, porque las autoridades de Roma, en su falla a cumplir con su deber, por así decirlo, ya no están haciendo nada, de una misteriosa, incomprensible manera, pero que ya no están haciendo nada para condenar verdaderamente los errores, para condenar los desvíos doctrinales de nuestra fe. La Iglesia ya no actúa. Todo el mundo está trabajando en la búsqueda de la verdad. Los teólogos, los sacerdotes, los obispos, están todos en la búsqueda de la verdad. Y sin embargo, Roma no dice nada. La gente puede decir cualquier cosa; se puede escribir cualquier cosa, y no hay nada dicho excepto contra los tradicionalistas.

Pero este fracaso de la Autoridad de Roma es muy serio. Porque esto nos pone en una situación conflictiva, en una situación confusa. No es de extrañar que incluso entre los tradicionalistas, somos como huérfanos sin padre. Los obispos ya no hacen nada, los obispos ya no nos conducen. Ya no nos dicen lo que debemos hacer, dónde está la verdad y dónde está el error, dónde está el bien y dónde está el mal. Nosotros ya no sabemos, las personas ya no saben.

Así que hay la tendencia a ser conducido hacia esta o aquella devoción, para ser llevado hacia este o aquel grupo que, dicen, tiene relaciones con el cielo, esta o aquella persona que tiene, dicen, mensajes, otro que tendría inspiraciones particulares. Es muy peligroso. ¿Por qué? Porque cuando los obispos están ahí, cuando los obispos actúan como pastores del rebaño, que ven. Y si hay algo en el rebaño, si una persona llega a decirle a un obispo: Tuve relaciones especiales con la Santísima Virgen, la Santísima Virgen se me apareció, la Santísima Virgen me dijo esto, Nuestro Señor me dijo que, entonces el obispo dice: bien, vamos a examinar esto. Voy a nombrar para usted tal o cual abogado canónico, este o aquel teólogo que irá a verle, que le hará preguntas a usted, que va a ver si todo está correcto. Después de seis meses, un año, o dos años, después de un muy meticuloso estudio, el obispo dice sí o no. Él da un juicio. Los fieles son guiados, ellos están protegidos.

Si la aparición es real, entonces no hay peligro para la fe, si todo en él se ajustaba a nuestra fe. Pero si no está conforme con la fe, el obispo debe proteger el rebaño en contra de estas cosas que pueden ser diabólicas, porque el demonio sabe muy bien cómo imitar al cielo y nos engaña. Hoy en día ya no hay nadie que nos guíe, ya no hay nadie para juzgar por nosotros, por lo que la gente corre de aquí para allá, ahora escuchan un rumor, entonces de nuevo otro rumor. Cuando eso sucede, hay que recordar las palabras de Nuestro Señor: "Un día vendrá cuando ellos les dirán: Nuestro Señor está en el desierto, Nuestro Señor está en la ciudad, Nuestro Señor está aquí, Nuestro Señor está ahí. No vayas allí ", Nuestro Señor dijo esto. Y ¿por qué no ir allí? Porque usted no sabe, usted podría encontrarse entre los demonios. Quédate, por lo tanto, en la fe. En nuestros tiempos, debemos mantener la fe.

Pero ¿dónde está la fe? En su catequesis - no es difícil. Abra su catecismo, lo tienes todo. El catecismo es el camino al cielo. Es su libro que lleva usted al cielo. Tome su Credo. Usted tiene los mandamientos de Dios y de la Iglesia, usted tiene los sacramentos, el Santo Sacrificio de la Misa, las virtudes cristianas, el Padre Nuestro, la devoción a la Santísima Virgen María. Con eso tiene todo. No hay necesidad de nada más. Ese es el resumen de la Tradición, es el resumen de la revelación, es el resumen de la Tradición y de la Escritura. Es lo que los apóstoles han puesto en nuestras manos y que los obispos de generación en generación nos han dado. Debemos aferrarnos a esto y tener cuidado con todo el resto.

Vivimos en una época en que el demonio es más potente que nunca. Entonces tenemos que tener cuidado. Tenemos que tener cuidado con todas esas cosas que son un poco extraordinarias, que nos podrían llevar de esta manera y de esa manera y que podrían hacer que nos olvidemos de lo que es esencial, porque el diablo nos puede distraer de la fe. Él nos quiere engañar, por lo que nos distrae con una cosa u otra, y durante ese tiempo, no hacemos el trabajo que se supone que debemos hacer. Por lo tanto debemos mantener nuestra fe. Eso es lo que me gustaría que el priorato fuese también: una casa donde se mantiene la fe.

Pues bien, no se sorprenderá si nuestros sacerdotes no siempre son muy entusiastas sobre esta o aquella llamada aparición, tal o cual lugar de peregrinación. No estoy hablando acerca de los antiguos santuarios que han sido confirmados por la Tradición, como el de San José en Montreal o los tres grandes santuarios tradicionales de Quebec. Estoy hablando de los nuevos lugares de peregrinación que surgen repentinamente en un lugar, que hay de repente en otro lugar, etc.


Traducido al español por Carla d'Amore