miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿SATANÁS DESATADO?



Estimado sí sí no no,

He escrito estas amargas consideraciones para desahogarme un poco ante todo lo que está sucediendo en Italia y en el mundo, sobre todo en los países islámicos, contra los cristianos, y, de manera especial, y a la promoción de la inmigración salvaje de musulmanes en Europa, con la total indiferencia de todas aquellas organizaciones internacionales que, más allá de las palabras, no saben hacer nada. Para no hablar de ciertas intervenciones papales y de eclesiásticos varios que hacen llorar y alejan de la Iglesia a las personas con una fe débil.

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Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los reconoceréis. ¿Se recogen quizá uvas de los espinos o higos de los abrojos? Todo árbol bueno da frutos buenos, pero todo árbol malo da frutos malos… Por los frutos, pues, los reconoceréis” (Mateo 7,15-20). “Porque no hay árbol malo que dé frutos buenos: en efecto, cada árbol se reconoce por sus frutos. No se recogen higos de los espinos ni uva de la zarza” (Lucas 6,43-44).

Esto nos dice el Evangelio. Por tanto debemos juzgar las acciones, los comportamientos, del hombre, por las consecuencias que se derivan de ellos: si estas son buenas y dan resultados útiles para el hombre, para la sociedad en general, quiere decir que ese hecho era, no sólo oportuno, sino también necesario y beneficioso; si, por el contrario, de esa acción se derivan situaciones de malestar y empeoramientos en general para la mayoría de los individuos, quiere decir que lo que se ha hecho era, no sólo peligroso, sino nocivo tanto e sentido material como moral.

A la Beata Ana Catalina Emmerick, en 1820 le fue revelado que alrededor de 80 años antes del año 2000 satanás sería liberado de sus cadenas y tendría libertad de acción en el mundo, tentando a la Iglesia en las personas consagradas y en sus fieles con el fin de destruirla. Dicha situación duraría alrededor de un siglo.

El papa León XIII, en la mañana del 13 de octubre de 1884, después de haber celebrado la santa Misa, quedó inmóvil, como en éxtasis, ante el sagrario durante cerca de diez minutos. Cuando volvió en sí, contó a sus colaboradores que había asistido a un diálogo entre Nuestro Señor y satanás. Este último, con gran descaro, sostenía que habría destruido la Iglesia si hubiese tenido, durante un periodo de 100 años, plena libertad de acción frente a los hombres que la representan, es decir, las personas consagradas. El Señor aceptó este reto, concediéndole el tiempo solicitado y la libertad de acción.

El Papa quedó horrorizado y turbado por lo que había oído y, habiéndose retirado a sus estancias, escribió la oración “Sancte Michael Archangele”, para implorar la protección de la Iglesia contra tal peligro, ordenando que fuera rezada, de rodillas, al final de cada santa Misa. Después de la reforma litúrgica post-conciliar, esta oración desapareció del ritual (como tantas otras cosas) haciendo desaparecer así un válido amparo contra este ataque diabólico.

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El Papa Roncalli, el 25 de enero de 1959, en la basílica de San Pablo, anuncia la convocación de un concilio ecuménico, sin consultar previamente a nadie, dejando perplejas a muchas personas.

En este momento conviene recordar que Roncalli fue compañero de estudios de teología en el seminario del Apollinare de Roma, en los primeros años del siglo XX, de Ernesto Buonaiuti, que llegó a ser sacerdote y después fue excomulgado por su adhesión al modernismo.

Leí en algún lugar, pero no recuerdo dónde, que, cuando Roncalli era secretario del Obispo de Bérgamo, Radini Tedeschi (desde el 9 de abril de 1905 hasta la muerte de este último, acaecida en 1914), hablando con un amigo sacerdote decía que, aunque compartía las ideas de Buonaiuti, no era oportuno manifestar demasiado sus simpatías para no perjudicar su carrera.

Teniendo en cuenta de lo que se ha dicho, una vez visto que la decisión de convocar el Concilio fue tomada en total soledad, dejando perpleja a la mayoría misma de los cardenales y de los obispos, ¿no surge, quizá, la sospecha de que la inspiración de convocar el Concilio no viniera del Espíritu Santo sino del maligno? Brevemente, ¿es posible que el Papa fuera un instrumento inconsciente para actuar su obra demoledora convocando el Concilio, que habría traído consecuencias trágicas en el mundo religioso y civil? Esta hipótesis mía hará quizá torcer la boca a muchas personas.

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El porqué de esta pregunta deriva del examen de la vivencias y de los hechos que sucedieron tanto en campo religioso como civil después de la celebración del Concilio y cuando se empezaron a aplicar sus directivas.

La revolución del 68 trajo a la calle la violencia, causando lutos y dolores en muchas familias, el desconocimiento de la autoridad en la familia y en la sociedad, la decadencia en la escuela y en la universidad, la inmoralidad extendida, la pedofilia, el divorcio, el aborto, la eutanasia, la despenalización de las drogas, y ahora el reconocimiento de las uniones del mismo sexo, que pretenden ser equiparadas a la familia establecida por el derecho natural.

Todo capricho, todo deseo, aun el más extraño e insensato, es reclamado como un derecho; y aunque tales exigencias provengan de minorías, son sostenidas con fuerza por los medios de comunicación y por la libre interpretación de algún juez, con el resultado de que, después de tanto ruido, consiguen obtener todo, con la más completa indiferencia de la mayoría de las personas, que han perdido todo punto de referencia moral. (En no mucho tiempo se pedirá el amor libre con niños y menores y quizá también el derecho de casarse con animales, en nombre de la más completa libertad sexual).

En la Iglesia la situación es desastrosa: cada uno hace lo que quiere, la obediencia ya no existe, los seminarios, los conventos, están vacíos, los sacerdotes, vestidos como pordioseros, van con pantalones cortos y camisetas, sin ningún signo distintivo de su ministerio; basta pedir perdón a diestra y siniestra y estar preparado a profesar y sostener todas las ideas que atraigan el consenso, creyendo así ser simpáticos y bien acogidos por el mundo, pero olvidando que Jesús dijo: “me han odiado a Mí y os odiaran también a vosotros”; estos, por el contrario, no quieren ser odiados, sino buscados, glorificados, a la moda, siempre en la televisión, en primera fila, divagando sobre sus ideas buenistas y pacifistas, sin nombran nunca a Jesús.

Ya que la Iglesia es el “Cuerpo Místico de Cristo”, no ha cometido nunca errores y no tiene necesidad de pedir perdón a nadie. Son los hombres que la representan los que, en cuanto seres débiles y pecadores, puede haber cometido errores y equivocaciones, pero no sé qué sentido tiene pedir perdón por errores cometidos siglos atrás por eclesiásticos que vivían en aquel tiempo, con todas las problemáticas que ciertamente no podemos considerar completamente con la mentalidad actual.

Es verdad, los tiempos son tristes y oscuros, pero las palabras del Señor y de la Virgen son claras e inequívocas: “no prevalecerán” y “mi Corazón Inmaculado triunfará”. Bienaventurados los que se encuentren viviendo en aquel momento.

Carta firmada

SÍ SÍ NO NO

[Traducido por Marianus el Eremita]